La Isla Desierta o de Barreta (Ilha Deserta) es uno de los últimos reductos salvajes y deshabitados que existen en el sur de Europa. Es una isla con una playa de 11 km de arena fina, dorada, con aguas cristalinas, para perderse en su inmensidad.
Es una de las maravillas naturales de nuestro vecino país, Portugal. Se encuentra en el parque natural de la Ría Formosa, a una hora de la provincia de Huelva.
Para llegar a la isla hay que acercarse a la ciudad de Faro y, una vez allí al muelle de Porta do Sol. Allí cogimos un barco de la empresa Animaris, la misma que regenta el restaurante que hay en la isla.
Nosotros decidimos coger el viaje a la isla que nos lleva directo a través de los canales, ya que queríamos disponer de tiempo suficiente para recorrerla. También existen opciones que recorrer la ría Formosa, explicando la flora y fauna que allí encontraremos.
El viaje nos llevó unos 45 minutos y llegamos hasta el muelle, por supuesto desierto, que hay en la isla. La ruta marítima la podéis encontrar en wikiloc:
Una vez en la isla tenemos dos opciones: una es tomar el camino hacia el restaurante Estaminé o la otra es tomar la senda de madera que nos lleva por detrás de las dunas. Nosotros optamos por esta segunda.
Allí pasaremos al lado de algunas casetas de madera que se mantienen en pie, a pesar de los años, y que pertenecen a los pescadores de la zona, donde dejan sus aparejos.
Continuamos nuestro camino, que es sencillo, ya que consiste en no salirse de las tablas y de esta forma seguir protegiendo el sistema dunar. Cuidado al caminar porque hay alguna trampa en forma de tabla suelta, partida o tornillos.
En un punto del recorrido nos encontramos con un faro automático de señal y una vista panorámica al fondo de la ciudad de Faro.
El camino está muy bien acondicionado, con algún puente de madera en las zonas inundase en invierno y algunos bancos para descansar.
Sin embargo, la ruta no transcurre todo el rato por la parte posterior del complejo dunar sino que en un determinado momento lo atraviesa para llegar a la playa.
Allí nos encontramos con una especie de puerta al paraíso. A alguien se le debió ocurrir construir esta estructura de madera, donde marcó las distancias a otros puntos de la tierra. Curioso de ver.
Una vez en la playa, ya estamos alejados de la zona más turística y transitada, que es la que se encuentra en las inmediaciones del restaurante. Empezaremos a caminar hacia poniente.
En las guías y páginas de internet, leeremos que podremos observar más de 200 especies de aves: flamencos, gallinetas, calamones, ánades, charranes patógenos, chorlitejos, golondrinas de mar...
Nosotros lo que más vimos fueron gaviotas, a cientos por la playa, confiadas del ser humano ya que te dejan acercar bastante antes de levantar el vuelo.
Y llegamos a un punto de la playa donde empezaban a entrar canales de agua hacia el interior de la ría Formosa. Los dos primeros canales de agua los pasamos sin problema, alguno cruzándolo por en medio (con el agua por las rodillas) y otro vadeándolo.
Sin embargo, el tercer canal de agua era más profundo por lo que pensamos, equivocadamente, que habíamos llegado hasta el final de la isla desierta y estábamos viendo la isla siguiente.
El error es del que suscribe estas líneas, ya que a pesar de llevar el GPS no había bajado la ruta. Pero bueno las vistas que tuvimos tampoco desmerecieron la pena, aunque el reto de llegar hasta el final no se cumplió.
Y todo con la satisfacción de realizar la ruta con mi hijo Carlos, que fue el que tuvo esta gran idea.
La vuelta la iniciamos por la parte posterior de las dunas para ver las lagunas allí existentes donde se puede observar otro tipo de aves diferentes.
Aunque rapidamente retornamos a la playa para regresar por la orilla del mar, lo que nos permitió bañarnos en diferentes sitios y recoger conchas de tamaños y formas peculiares.
Cerca del restaurante Estaminé y del muelle, es donde se suele quedar la gente a pasar el día. Hay socorristas y otros servicios en la playa.
Una vez cumplimentado el baño y tomado la cerveza de rigor, a precio astronómico, cogimos la ruta del restaurante para regresar al muelle.
La vuelta en el mismo barco de la ida con parada posterior en Faro para ver el casco antiguo que está al lado del muelle donde atracamos.
A la vuelta en el barco, podemos observar la isla que se sitúa hacia levante, la Ilha do Farol
Después de un dia de caminata, en buena compañía, y de recorrer casi en su totalidad la isla deserta bien nos merecimos un descanso.
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