Llegando a la Sierra de Francia, el viajero rápidamente distingue el inconfundible perfil de este macizo rocoso, de 1.723 metros de altura. Esta es la descripción que hacen en la web de turismo de salamanca (WEB)
La ruta sale del Casarito, adonde se llega tomando la carretera que conduce a La Alberca, uno de los pueblos más bonitos de España. En el Casarito hay dos restaurantes donde podremos disfrutar de la gastronomía de la Sierra de Francia a la vuelta de la ruta.
En un día un poco desapacible, por el viento y la niebla que cubría la cima de la Peña, empecé la ruta. Al principio por un camino de tierra muy ancho, donde nos podemos desviar para visitar alguno de los robles centenarios.
El topónimo de Sierra de Francia está relacionado con la repoblación medieval de estos parajes con gentes venidas de lejanas tierras.
El camino no tiene pérdida, ya que donde se abandona el camino para coger ya una senda está muy bien indicado.
La pendiente de subida no es muy fuerte y la senda no tiene complicación ninguna. De vez en cuando tenemos una amplia vista de toda la Sierra.
Llegados a este punto, deberíamos tener una maravillosa perspectiva de la cima, pero con la niebla fue imposible. Después de subir este repecho, que se ve en la fotografía inferior, hay que atravesar la carretera asfaltada que sube al Santuario.
Aunque en la parte inferior la temperatura era muy agradable, hay que ir bien preparados para la cima, ya que además de la niebla, había un fuerte viento.
Una vez que atravesamos la carretera la senda sigue ascendiendo en zigzag, con la niebla ya amenazando.
Ya empieza a desaparecer la vegetación, a estas alturas piornos, para dar paso a zonas más pedregosas.
Hay algún mirador preparado en la subida, aunque no era el día más adecuado para tener unas buenas vistas panorámicas.
Llegando más arriba encontramos un tramo de camino empedrado. Y, en una curva donde nos acercamos a la carretera comienza el Vía Crucis.
También nos encontramos con una antigua fuente de agua no potable, como se puede ver en el letrero que la acompaña.
Yo creo que con la niebla impresiona aún más ver las cruces del camino.
Y, después de una ascensión tranquila y sin sobresaltos, llegamos a una escalera final que nos deja ya en el Santuario.
Según una leyenda, fue un estudiante francés, Simón Vela, quien encontró en una gruta la figura de la Virgen en 1434. En esta época del año (enero) la Hospedería y la Iglesia estaban cerradas. Sólo pude asomarme a una capilla donde está una imagen de la Virgen de la Peña y la bajada a la cueva donde se encontró la figura.
Esta es la inscripción que hace refererencia al descubrimiento de Simon Vela.
Hay un pequeño mirador de Santiago, con una figura montando a caballo. Así lo representaban durante la Reconquista de la Península. Desde este mirador hay unas magníficas vistas, pero tendrá que ser otro día.
En el punto más alto de la Peña de Francia se construyó la Ermita de la Virgen de la Peña, de estilo gótico y bastante tosca, sin grandes ornamentos. Levantada en el Siglo XV, es una ermita bastante sencilla, donde tan solo veremos una imagen reciente de la virgen, a la que podemos acercarnos.
Junto al templo se encuentra el convento de frailes dominicos, así como la hospedería, en la que podemos alojarnos y comer algo caliente. Pena que todo estuviera cerrado a cal y canto.
En la fotografía inferior se puede ver las pocas vistas que tuve.
En el camino de regreso, decidí bajar por otra senda que lleva al pueblo del Cabaco. De esta forma no se hace tan pesada la bajada. No hay problema para encontrar la senda ya que está indicada con un cartel.
Aunque el día no se abrió del todo, desde cotas más bajas pude ver una panorámica parcial de la Sierra.
Y la gran sorpresa fue encontrarme en el propio camino, a cotas bastante bajas, un ejemplar de cabra montesa. Antes de irse y desaparecer entre los piornos me dedicó una mirada desafiante.
El camino del Cabaco nos lleva a admirar otros montes más bajos que continúan la cuerda de la Peña de Francia.
La senda de bajada se convierte finalmente en un camino más ancho de tierra que no tiene pérdida y que nos llevaría hasta el Cabaco.
El día todavía nos deparaba una sorpresa más, como esta cabaña de forma india que encontré por el camino.
Como la ruta se había prolongado demasiado y mi intención era llegar a comer a Salamanca, opté por coger la pista asfaltada que cruza el camino hacia el Cabaco y así llegar al Casarito, punto de partida. Durante este camino se puede ver la erosión del terreno.
Y, aunque sea una pista asfaltada, por donde sólo pasó un coche en todo el tiempo que estuve en ella, no deja de ser igual de hermosa.
De vuelta al Casarito, intenté una última foto de la "oculta" Peña de Francia, que en esta ocasión estuvo esquiva a nuestro objetivo.
Después de 4 horas y 45 minutos, 14'8 Km y 732 metros de desnivel, la ruta terminó.
Esta fotografía de la cima de la Peña de Francia está tomada desde otra ruta que realizamos por la Sierra de la Alberca. Es la confirmación que de verdad existe.
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