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martes, 24 de octubre de 2017

SESIMBRA (PORTUGAL)

En el pasado mes de julio, de camino a Islantilla (Huelva), decidimos conocer una zona de Portugal que tenía muy buenas referencias, situada al sur del estuario del Tajo. La ciudad de referencia era Sesimbra y nuestra casa se encontraba en Aldeia do Meco.
La zona prometía: acantilados enormes, un cabo enfilado hacia el atlántico y playas desconocidas.
Alquilamos a través de airbnb un apartamento en este reducto de paz y tranquilidad que es Aldeia do Meco. Además la casa se encontraba a las afueras, rodeada de un campo lleno de frutales.
Era un conjunto de varios apartamentos bien equipados, con una zona para aparcar, cerca de la costa.
Qué estábamos en plena naturaleza era obvio. Nuestro primer visitante fue esta amantis religiosa, que nos salió a recibir nada más llegar. Después tuvimos rondando un montón de gatos, a los que solíamos alimentar con leche y galletas.
Sesimbra está situada en una amplia bahía arenosa, con escarpados acantilados hacia el oeste de la ciudad y el pequeño puerto pesquero en dirección este. La playa se extiende siguiendo la parte delantera de la ciudad y está dividida en dos secciones por la pequeña fortaleza de Sesimbra.
A pesar del buen tiempo, del calor, de lo recogida de la playa, el agua estaba congelada. Es atlántico puro y duro. Pero es el único sitio donde nos pudimos bañar, ya que el resto de las playas que visitamos tenían mucho oleaje y eran bastante peligrosas.
Sesimbra tiene fama por sus platos a base de marisco y pescado fresco, servidos en las pequeñas marisquerías que se ocultan en las calles secundarias de la población. El plato más popular es sin duda el “Arroz de Marisco”, un delicioso plato a base de marisco de concha, cangrejos y arroz que se sirve en una gran olla de barro y está pensado para ser compartido.
Y además del encanto de sus plazas, de sus callejuelas, de sus restaurantes, también hay arte urbano muy logrado.

El Castillo de Sesimbra domina por completo la ciudad y la bahía desde sus serpenteantes murallas, las cuales también ofrecen unas excelentes vistas sobre el valle y la costa.
Este castillo fue tomado por D.Afonso Henriques en el siglo XII, reconquistado por los árabes y recuperado por los cristianos bajo el mando de D. Sancho I.
Da gusto pasear por sus jardines, por sus murallas, visitar el campo santo...
En el interior del recinto amurallado se erige la Iglesia de Santa María do Castelo, del siglo XVIII. Dicha iglesia cuenta con una fachada blanca, y en su interior alberga un altar dorado y exquisitos azulejos.
La primera playa que visitamos fue la Praia da Foz, muy cerca de nuestro alojamiento. Para llegar a ella hay que coger una pista asfaltada y después seguir por un camino hasta un pequeño parking. Desde allí se baja a la playa por una zona empedrada.
No esperéis bañaros aquí ya que hay un fuerte oleaje y mucha resaca. Además las olas rompen justo en la orilla, lo que la hace más peligrosa.
En la margen izquierda de la playa, tenemos estas formaciones rocosas curiosas, labradas por la erosión del mar a lo largo de los siglos. Parecen pequeños cañones.
Y, para proteger toda esta belleza natural y aumentarla, está rodeado de un acantilado enorme, por donde hay sendas para tener una visión más completa.
El Cabo Espichel es el cabo que se encuentra en el extremo sudoeste de la Península de Setúbal.
Este imponente cabo ofrece un paisaje salvaje y escarpado de gigantescos acantilados, castigados por las feroces olas del Océano Atlántico.
El principal atractivo del Cabo Espichel es su paisaje aislado, yermo y deshabitado, que ofrece unas vistas totalmente asombrosas y está surcado por exigentes senderos costeros para disfrute de sus visitantes.
El Santuario de Nossa Senhora es la iglesia de estilo barroco que se alza en el borde de los acantilados del Cabo Espichel.
El interior de la iglesia es absolutamente único, ya que cuenta con dos largas hileras de pequeñas estancias que fueron construidas para alojar a los peregrinos que viajaban hasta el Cabo Espichel. Estas hileras de pequeñas celdas se denominaban oficialmente “Casa de los Cirios”.
Y en el lado derecho del cabo, podemos contemplar los acantilados y la Praia dos Lagosteiros.
El Faro del Cabo Espichel es uno de los faros más importantes que pueden encontrarse a lo largo de la línea costera de Lisboa. Desde 1430 ha habido un faro en este lugar, pero la actual torre hexagonal de mampostería de 32m de altura data de 1790. En las noches claras, puede verse la luz procedente del Faro del Cabo Espichel a 35 kilómetros mar adentro.
Y no os perdáis la puesta de sol desde el cabo, un poco más allá del faro. Es mágica.
Ya sabéis que no podemos estarnos quietos sin hacer alguna ruta caminando. Nos enteramos que había una playa espectacular cerca de sesimbra, la Praia da Ribeira do Cavalo.
Desde la población de Sesimbra,  al final del puerto deportivo, sale un camino de tierra ancho, apto para vehículos, que sube un gran cuesta (si no queréis caminar tanto, se puede ir en coche hasta cerca de la playa). RUTA EN WIKILOC
Desde el parking, hay que estar pendientes de unas marcas que nos indican la bajada a la playa.
El camino de bajada no es sencillo, ya que es una senda que baja por el acantilado, en algunos puntos bastante vertical. Aconsejo que no vayáis en chanclas.
Ya desde arriba uno alucina con el color azul turquesa del agua, con las gigantescas piedras que hay dentro del agua.
Pero la sensación es todavía mejor cuando uno baja a la playa, de arena fina, de aguas trasparentes y frías, con poco oleaje.
Fuera de lo que puede parecer la playa está bastante llena, no sólo por la gente que viene andando por la senda, sino también por la gente que llega por el mar en barco o kayak
El nombre de la playa viene porque una de las rocas tiene forma de cabeza de Caballo. Todavía la estamos buscando...
Y, después del baño, la subida por el acantilado y la caminata de vuelta, parada en el puerto de Sesimbra para sacar una panorámica.
También tuvimos tiempo de pasear por los acantilados cerca del Cabo Espichel para ver las pegadas da Pedra da Mua.
RUTA EN WIKILOC
La ruta parte cerca del Cabo Espichel y está bien señalizada.
La ruta pasa por encima de la playa dos Lagosteiros, a la que se puede bajar por una senda.
Aquí podemos observar con algo de imaginación y buena vista huellas de dinosaurios. El primer juego de huellas se encuentra al norte del Cabo Espichel y está situado justo bajo la capilla, escalando el lateral del empinado precipicio. Estas huellas se llaman la Pedra da Mua, y fueron la prueba de la aparición de la Virgen María que convirtió al Cabo Espichel en un importante destino de peregrinación.
Las huellas pertenecen a una manada de enormes dinosaurios Saurópodos y son claramente visibles en los acantilados de piedra oscura.
Siguiendo el sendero paralelo al mar, pudimos observar en la lejanía la costa de Caparica.
Son acantilados muy altos, peligrosos si no se va con cuidado.
Además el atlántico es muy bravo, con olas de gran tamaño, a pesar del día plácido que tuvimos.
De vuelta al punto de inicio vimos este acueducto perfectamente conservado.
Después de la excursión por los acantilados, nos fuimos a relajar a una de las playas más grandes que hay por la zona, la Praia das Bicas.
Aparte de disfrutar de la arena, el agua en los pies, ya que tiene un fuerte oleaje, os recomiendo ir al acantilado que hay en el extremo izquierdo de la playa. Allí hay formaciones curiosas como estas placas que simulan la boca de un cocodrilo
O un sifón, que dejaba un arco iris cuando subían las olas y salía el agua con fuerza hacia el exterior.
Si continuáramos andando por la playa, llegaríamos sin solución de continuidad a la playa de Meco y después a la playa de A Lagoa de Albufeira.
Separada del mar por las enormes dunas, situadas en el extremo Sur de su arenal de varios kilómetros, que comienza en la Costa de Caparica, la Lagoa de Albufeira, rodeada de pinares, posee aguas tranquilas, ideales para los niños y para la práctica de windsurf, vela y kitesurf.
Se llena con agua del mar y la renovación de sus aguas se realiza a través de un pequeño canal en el que, a veces, se forman corrientes peligrosas. En la zona del mar, se encuentra una playa de arena más gruesa y oleaje fuerte, excelente para la práctica de surf y bodyboard.
Y con esta imagen del sol reflejado en el Atlántico, se acabó nuestra estancia en esta región de Portugal.

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