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lunes, 11 de julio de 2016

LA HABANA MODERNA (CUBA)

Una vez vista la Habana vieja, al día siguiente nos llevaron a ver la Habana Moderno. Y donde empezar mejor que en la Plaza de la Revolución.
Es una de las plazas públicas más grandes del mundo, con 72 mil metros cuadrados. Y ha sido escenario de alguno de los acontecimientos más importantes de la revolución cubana. Fue diseñada por Jean Claude Forestier en los años 20 del siglo pasado, llamándose Plaza Cívica.
A partir de 1959 se empezó a denominar Plaza de la Revolución, donde se han clausurado varios congresos del partido y celebraciones de acontecimientos como el asalto al cuartel de Moncada y el triunfo de la Revolución.
En el centro de la plaza se encuentra el memorial a José Martí y por detrás las dependencias del Comité central del partido comunista de Cuba.
Enfrente nos encontramos un mural del Che Guevara, copia de una fotografía de Alberto Korda de 1960. Por debajo se puede leer "hasta la victoria siempre".
Y en el otro lado de la plaza hay otro mural del heroico guerrillero Camilo Cienfuegos, con un lema en la parte inferior "vas bien Fidel".
Por supuesto a la plaza llega una gran cantidad de turistas por lo que podremos ver muchos coches americanos de época, perfectamente restaurados y conservados.
También encontraremos como decía mi amigo Bárbaro, nuestro guía, "coches ecológicos" de uno o dos caballos.
Después de la plaza de la revolución, de pasar por la fábrica nacional de puros habanos, donde no se puede filmar ni sacar fotos, nos acercamos hasta el Capitolio, una de las edificaciones más emblemáticas de La Habana.
Es similar al Capitolio de Washington D.C. pero un metro más alto, un metro más ancho y un metro más largo. Las obras las inició el dictador cubano Gerardo Machado, en 1926, con el apoyo de los Estados Unidos. Se tardó 3 años, 3 meses y 20 días en finalizarlo, trabajando en la obra 5000 personas.
Por debajo de la cúpula, de 62 metros, hay un diamante de 25 kilates. Desde aquí se calcula la distancia de La Habana a otras ciudades del país.
Delante del Capitolio tenemos el parque central y, en su centro, la estatua de Jose Martí, héroe nacional y revolucionario.
Además es un lugar de reunión de los aficionados del beisbol, deporte nacional, donde discuten las tácticas y estadísticas de sus equipos favoritos.
Cerca de allí nos acercamos a uno de los bares más famosos del mundo: el Floridita. Un bar con historia, ya que surgió en el año 1817 con el nombre de Piña del Mar, después se llamó la Floridita y, finalmente, el Floridita.
Por el bar han desfilado varias generaciones de cubanos y todos los extranjeros que visitan La Habana. Pero fue el Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway que le dio fama.
Él pasaba muchas horas sentado en la barra, en el lugar donde le han hecho una estatua, escuchando a los asiduos del lugar y tomando su bebida favorita, el Daiquiri, o el Papa's trago que el hizo a su gusto.
Existe una gran colección de Ernest Hemingway con personajes ilustres en este lugar, como el que aparece en la fotografía, el "grancalili".
Por delante de El Floridita, encontramos una bonita plaza y otro de los medios de trasporte de turistas de La Habana.
El Hotel Nacional de Cuba fue construido en 1930 con una mezcla de estilos ecléctico, art decó, neoclásico y neocolonial. Es el primer hotel del mundo que recibió de la ONU la distinción de Memoria del Mundo.
Destaca en su historia, que en el año 1933, tras el golpe de estado de Fulgencio Batista, 300 oficiales del ejército fueron a refugiarse en él, donde se alojaba el embajador de USA, Sumner Wells, para obtener su favor. Tuvieron la mala suerte que el embajador ya se había marchado.
Otro hecho histórico es la reunión de Lucky Luciano y Meyer Lansky en 1946, dos de los mafiosos más importantes de Norteamérica. Se rumorea que en esa reunión cantó para ellos, nada menos que Frank Sinatra.
Dentro del Hotel destaca el salón de la fama, donde hay fotografías de muchas de las personalidades que han pasado por él.
Y cual fue nuestra sorpresa, cuando a la salida del Hotel, nos estaban esperando unos descapotables de época para trasladarnos por las calles de La Habana hasta el sitio donde íbamos a comer.
Los coches están totalmente tuneados, ya que mantienen la carrocería, pero han cambiado todo su interior, el motor, los frenos...
Fuimos en procesión simpática hasta el club Havana, que fue construído en 1928 para el esparcimiento de los norteamericanos ricos y de la noble aristocracia cubana.
Se llamó el Havama Biltmore Yacht & Country Club, que llegó a ser uno de los más lujosos de La Habana, con campo de golf, centro hípico, club naútico y playa privada
El fin de año de 1958 se celebró la última gran fiesta, con langosta, champán y una gran orquesta que tocó en la playa hasta el amanecer. Algunos de los asistentes se dirigieron directamente al aeropuerto, siguiendo el ejemplo de Fulgencio Batista, y otros se fueron en sus yates privados, ya que Fidel Castro se acercaba a la Habana
Posteriormente, al igual que otros club privados de la Habana, fueron nacionalizados y se trasformó en un instituto deportivo para atletas del pueblo.
Actualmente se ha rebautizado como Club Habana y es un lugar frecuentado por empresarios y diplomáticos extranjeros que viven en la Habana. Se encuentra en la zona de Miramar, una de las más exclusivas y caras de la ciudad.
Hay una anécdota curiosa del lugar: en 1953 se le negó la entrada a Fulgencio Batista, presidente de Cuba, con el pretexto de que era mulato. Meses después volvió el presidente y, cuando le iban a negar nuevamente la entrada, anunció que era el socio mayoritario del lugar y por lo tanto tenía derecho a entrar. Había comprado la mayoría de las acciones del Club.
Otro de los sitios de obligada visita es el malecón habanero diseñado por Francisco de Albear, siendo el gobierno de los Estados Unidos, que con el afán de traer salubridad e higiene a la isla, terminaron el primer tramo entre 1901 y 1902.
El malecón conecta la Habana Vieja y Colonial con el Vedado, con una distancia de unos 8 kilómetros. Es lugar de reunión de poetas, filósofos, amantes, trovadores, pescadores y de la población cubana en general, que se reúnen al atardecer, donde se puede ver uno de las mejores puesta de sol de la isla.
Y al lado del Malecón es donde se encontraba el Hotel Melía Cohíba donde estábamos instalados en La Habana.
Y no podemos finalizar esta visita, sin ir al famoso cabaré cubano, el Tropicana, fue creado en 1939. Es conocido como una paraíso bajo las estrellas, ya que está al aire libre, en una zona boscosa, aprovechando el frescor de los árboles. La función de unas dos horas de duración es un placer para los sentidos.
El próximo capítulo serán las vistas panorámicas de tomamos de la Habana.

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