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lunes, 6 de octubre de 2014

RUTA DE SENDERISMO POR FISTERRA: PLAYA DE ARNELA, PLAYA DE MAR DE FORA Y FARO DE FISTERRA

LA MEJOR RUTA COSTERA QUE HICE POR GALICIA EN TODA MI VIDA


  Con esta frase se puede resumir la ruta que realicé el día 2 de octubre de 2014. La ruta ya la tenía planificada en mente y sobre google maps desde hace tiempo y quería despedir las rutas costeras que he ido realizando este verano con algo espectacular. Y que mejor que irse al fin del mundo conocido en la Edad Media (el finisterrae). Así que en una tarde calurosa hice novillos de la familia y me escapé.
  La ruta comienza por detrás de la playa de Langosteira, en la recta de Aldea Escaselas, a la altura de los apartamentos turísticos Insua Finisterre. Allí llega la ruta y los peregrinos que vienen desde Muxía hasta Fisterra. Después de pertrecharme con la mochila, comida, bebida, máquina de fotos, etc, comencé a andar por la pista asfaltada que se dirige a Vilar de Duio.
 Con un calor de justicia, 27º marcaba el coche, la primera parte es un poco más fea, aunque según se comienza a subir ya vemos a nuestra espalda el Monte Pindo, cuna de los dioses.

  También podemos ver algún hórreo bien conservado y, por desgracia, el feismo urbanístico de muchas zonas de Galicia.
  Al llega a Vilar de Duio, ya empezamos a notar la brisa del océano que nos refresca y se agradece.

Llegamos a la desviación para la playa de Arnela, que es el primer objetivo del día. Ya hemos superado la parte más monótona de pistas de asfalto y empezamos a disfrutar.
 La vista de la playa desde donde está la salida del camino es grandiosa, sobre todo en un día como el que tuve, con cielo despejado, mar de fondo y un oleaje que daba miedo. Es imprescindible bajar a la playa para ver la inmensidad de los acantilados que caen en vertical al mar, del oleaje que hace que estas aguas fueran temidas por los marinos y para ver las colonias de gaviotas que son las dueñas y señoras de este territorio.


La bajada se realiza por un camino muy bien señalizado y sólo hay una fuerte pendiente al final, en la zona de arena.





  Después de disfrutar un rato, sacar fotos y avituallarme el estómago, hay que subir por el mismo camino para tomar después una senda perfectamente marcada que nos sale a la derecha. La senda nos lleva por el lado izquierdo de la playa hasta la Punta de Arnela, donde me encontré con los habitantes normales de estos lares, las cabras. Por lo tanto, yo no desentonaba mucho ya que estoy como ellas (por lo menos algunos me lo dicen).



 Allí aparte de ver la bahía de Arnela se ve perfectamente el cabo Touriñán, que siempre me ha parecido mágico (y que será uno de los objetivos del año que viene).








  Desde la punta de Arnela, el camino está marcado con puntos y flechas verdes que facilita mucho el ir costeando por estos acantilados que caen en vertical sobre el mar. Desde nuestra senda veremos muchos de los accidentes geográficos de esta costa: Punta Longa con la Illa do Vilar, Punta do Sur, o Berrón Chico.









  El camino va entrando y saliendo de las diferentes ensenadas graníticas, hasta subir al Monte Veladoiro, el punto más alto de nuestra ruta con 243 metros de altitud. Su prolongación hacia el mar forma el Cabo da Nave. En la cima del monte podemos hacer un pequeño descanso aprovechando la sombra de las torres.




  De las antenas, saldremos por una pista asfaltada que abandonaremos rápidamente a la derecha, para tomar un camino (es el del medio de los tres, que yo tuve mis dudas y me confundí). Después llaneando y en suave descenso nos lleva al Monte Pión, que lo recorreremos por la parte que mira al mar viendo ya la playa de Mar de Fora.









  El último tramo a la playa es bastante inclinado y está muy erosionado. Hay que tener cuidado de no resbalar.



  La playa de Mar de Fora es una de las maravillas naturales que tenemos en nuestra tierra. Es una de esas playas que le dejan a uno con la boca abierta, por su belleza, por su entorno y por su oleaje. Por supuesto, después de los calores y sudores que había pasado, era obligatorio un baño en la playa como Dios me trajo al mundo, que hay que perder la vergüenza en algún momento de la vida.Lo siento pero de esos momentos no hay fotos.



  Y a pesar de ser octubre el agua estaba a una temperatura estupenda, con el cuidado del oleaje y la resaca que había.
  El problema es que la ruta era más ambiciosa todavía, ya que desde aquí podía haber regresado a Fisterra y al coche rápido. Pero me faltaba la última tachuela de la jornada, subir el Monte San Guillermo. La salida de la playa no tiene pérdida ya que hay unas pasarelas de madera que han colocado, para proteger el sistema dunar.



  Desde allí se tiene acceso a una pista empedrada que se bifurca, tomando la de la derecha hacia la aldea de Insúa. Está muy bien marcada con las mismas señales verdes y al principio tiene bastante pendiente, pero rapidamente suaviza para ir bordeando la costa con vistas espléndidas de toda la ruta que hemos realizado.

 Hay que tener cuidado en alguna bifurcación de la senda para no perderse (evidentemente yo soy especialista en tomar el camino inapropiado, engancharme con zarzas y toxos y dejarme la piel en el camino).
  Una vez en la cima del Monte de San Guillermo, de 241 metros de altura, ya vemos la inmensidad del Finisterre de Europa, el fin de la peregrinación. Tenemos una visión del faro de Fisterra magnífico, además con el sol comenzando a bajar en el horizonte.

  La bajada es por la pista asfaltada para tomar la que nos lleva al faro. Allí nos encontramos con una gran cantidad de peregrinos y algún gaiteiro, que esperaban la puesta del sol, cosa que hice porque es un espectáculo digno de verse.




  Una vez superado el ocaso y completado el reto que teníamos, sólo nos quedaba bajar a Fisterra. Lo hicimos por la senda que hay de peregrinos al lado de la carretera y, por la misma, cuando acaba ésta. Tuve la precaución de llevar una luz frontal porque no sabía el tiempo que me iba a llevar la ruta y había que estar prevenido para la llegada de la noche.
  La entrada en Fisterra triunfal, con la brisa de la noche, el silencio de las gentes y la satisfacción del reto cumplido. Desde Fisterra volví al punto de inicio por el paseo que va por detrás de la playa de Langosteira, en una oscuridad completa oyendo el batir del mar contra la arena.

Enlace de la ruta en wikiloc: RUTA FISTERRA

 

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